viernes, 15 de enero de 2021

LOS VIAJES ASTRALES DE MAX HEINDEL



 
Max Heindel pretendía que él era un gran experto en los desdoblamientos astrales, y es así que en su libro “Enseñanzas de un Iniciado”, sobre este tema él escribió lo siguiente:
 
« Hace algún tiempo, mientras me hallaba en mi cuerpo sutil viajando hacia un país lejano donde tenía una misión que cumplir, oí de repente un grito. Y es que aunque la voz humana puede ser oída solamente en el aire, hay tonos superiores que se oyen en las regiones sutiles, a distancias que exceden a las atravesadas por la telegrafía sin hilos.
 
Este grito, sin embargo, venia de cerca, y yo estuve en el lugar del suceso en un instante, pero no lo bastante pronto como para prestar la ayuda necesaria. Hallé a un hombre resbalando por un terreno abrupto, sin vegetación, de unos cuatro metros de ancho, y como luego pude comprobar, casi liso, sin la menor grieta donde se pudieran asir los dedos.
 
Para haberle podido salvar hubiera tenido que materializar mis brazos y mis hombros, pero no hubo tiempo, ya que cuando llegué el hombre ya había resbalado por el borde del precipicio y cayó al fondo, probablemente hasta varios cientos de metros de profundidad, aunque no estoy muy seguro, pues tengo poca facilidad para esta clase de apreciaciones.
 
Empujado por un sentimiento natural de fraternidad humana, yo fui detrás de él, y en la bajada observé el fenómeno que es la base de este artículo, es decir, que cuando el cuerpo de ese hombre hubo alcanzado una velocidad considerable, los éteres que componen su cuerpo vital empezaron a esparcirse hacia fuera, y cuando el cuerpo chocó abajo contra la roca, quedando como una masa desfigurada, ya quedaba poquísimo éter en él, si es que todavía había algo.
 
Pero gradualmente los éteres se reunieron entonces y retomando forma, y flotaban con los vehículos más finos por encima del cuerpo aplastado; pero el espíritu del hombre estaba completamente atontado e incapaz de darse cuenta del hecho de su modificado estado.
 
En cuanto vi que toda ayuda era inútil por el momento, me marche; pero meditando sobre el asunto me pareció que algo fuera de lo común había sucedido y que me incumbía el deber de averiguar si los éteres salían de este modo de todo cuerpo que cae. Y en el caso afirmativo, ¿por qué razones? »
(Capítulo 1)
 
 
 
Para la persona que no sabe de esoterismo esta historia puede parecerle muy interesante, pero el hecho de que Max Heindel haya detallado cómo él observó moverse los éteres mientras que ese hombre caía, demuestra que él está inventando este relato, porque resulta que en realidad los éteres no existen, ya que son una mentira inventada por Charles Leadbeater como se los evidencio en este otro capítulo (link).
 
Y hay que precisar que Max Heindel no hablaba propiamente de desdoblamientos astrales, debido a que él afirmaba que esos viajes los lograba por medio de su cuerpo vital (lo cual la Teosofía dice que es incorrecto ya que el cuerpo de vitalidad no es un portador de la conciencia). Pero como las narraciones que dio Max Heindel corresponden a los desdoblamientos astrales, es por eso que sus supuestos desplazamientos sutiles los defino de esa manera.
 
 
 
 
Y más adelante en ese mismo libro, Max Heindel añadió:
 
« En la noche del 9 de abril de 1910, en ocasión en que la luna se hallaba en Aries, mi Maestro rosacruz apareció en mi habitación y me dijo que una nueva década (ciclo) había empezado aquella noche.
 
La noche anterior yo había terminado mi trabajo en el Centro de la Fraternidad que se acababa de formar en Los Ángeles, y había estado viajando y dando conferencias durante seis noches de la semana, y además durante algunas tardes. Y desde mi trabajo de publicación del libro en Chicago había estado enfermo y me retiré de los trabajos en público para recuperar la salud.
 
Yo sabía que era muy peligroso abandonar el cuerpo conscientemente estando enfermo, porque el éter es entonces excesivamente tenue y el cordón plateado se rompe fácilmente. Y bajo estas condiciones la muerte provocaría el mismo sufrimiento que el del suicidio, y por esta razón se advierte al Auxiliar Invisible que debe quedarse siempre en su cuerpo cuando sufre algún mal.
 
Pero ante la solicitud de mi Maestro me dispuse para dar el vuelo del alma hasta el Templo, y un guarda se quedó para cuidar de mi cuerpo enfermo. »
(Capítulo 20)
 
 
 
Y aquí una vez más Max Heindel está inventando esta historia, porque cuando ustedes ya han estudiado el esoterismo con mayor profundidad y analizan la enseñanza de Max Heindel, se dan cuenta que esta no tiene nada de rosacruz, sino que en realidad en una copia de todas las falsedades que inventaron Charles Leadbeater y Rudolf Steiner.
 
Pero Max Heindel para darse más prestigio, él pretendió que se había vuelto discípulo de un “Maestro rosacruz” y que seguido él viajaba astralmente desde los Estados Unidos hasta el Templo de los Rosacruces situado en Alemania para atender asuntos importantes.
 
 
 
 
 
Y es así que en su libro “Principios de salud y curación”, Max Heindel siguió presumiendo sus capacidades para desdoblarse, ya que ahí él escribió:
 
« Una vez convertido en discípulo, en hermano lego o miembro de una Escuela de Misterios, siempre será uno discípulo, hermano lego o miembro de esa Escuela. Pero aunque esto es así y vida tras vida volveremos a relacionarnos con la misma Orden a la que ya hemos estado afiliados en las anteriores existencias, podemos en cualquier vida conducirnos en tal forma que nos resulte imposible darnos cuenta de ello cerebralmente.
 
Y en beneficio de todos los estudiantes mencionaremos un caso que viene a punto:
 
 
Cuando fuimos llevados [por medio de nuestros cuerpos astrales] al Templo de la Orden de los Rosacruces en Alemania, nos sorprendió encontrarnos con un hombre que habíamos conocido en la Costa del Pacifico; y con esto quiero decir que lo habíamos visto unas cuantas veces allí, aunque nunca habíamos hablado con él.
 
En ese tiempo se hombre parecía gozar en la sociedad con la que estábamos vinculados, de una posición muy por encima de la nuestra, y nunca habíamos sido presentados a él. Sin embargo, me saludó calurosamente y parecía como si estuviera muy al tanto de mi vinculación con esa sociedad, acerca de nuestro encuentro con ella, etc.
 
Al volver a América esperábamos obtener mucha información de este hermano, si teníamos la fortuna de volverlo a encontrar en el Oeste. Y cuando llegué a la ciudad en donde él residía, algunos amigos comunes nos dijeron que él nos estaba esperando y sentimos mucho deseo de verlo.
 
Por lo tanto, tan pronto como nos encontramos, nos dirigimos sin vacilar hacia él y le dimos un caluroso apretón de manos. Él también pareció reconocernos y nos llamó por nuestro nombre, y todo parecía indicar que él sabía lo que nos había ocurrido a ambos mientras nos encontrábamos fuera del cuerpo.
 
Además, nos había dicho en el Templo que recordaba todo cuanto le ocurría mientras se encontraba fuera de su cuerpo, lo cual creímos sin vacilación alguna puesto que nos constaba que él tenía un grado mucho más elevado que el primero en el que acabábamos de ser recibidos.
 
 
En el día de nuestro encuentro físico, después de conversar unos momentos, dijimos algo que le hizo mirarnos como si estuviera confundido. Nos habíamos referido a cierto incidente ocurrido en nuestro encuentro [astral] en el Templo, y él parecía como si nada supiera al respecto.
 
Sin embargo, ya habíamos dicho tanto que nos vimos obligados a decir más, pues de lo contrario habría parecido tonto, y le recordarnos que él había afirmado que recordaba todo.
 
Entonces negó esto último, y al final de la entrevista me pidió insistentemente que tratara de descubrir por qué si él era un hermano lego de la Orden de los Rosacruces, no podía recordar lo que le ocurría cuando estaba fuera de su cuerpo físico.
 
Él había estado, como me constaba, en varios oficios del Templo y había tomado parte en ellos, aunque cerebralmente ignoraba en absoluto lo que había ocurrido. Pero el misterio se develó poco después cuando supimos por él mismo que fumaba cigarrillos y usaba otras drogas que le obscurecían el cerebro hasta tal punto que le era imposible recordar nada de sus experiencias psíquicas. Y cuando le dije esto, él hizo un denodado esfuerzo para librarse de ese hábito. »
(Capítulo 7)
 
 
 
Y aquí una vez más Max Heindel está mintiendo porque tanto Blavatsky como el maestro Morya eran muy aficionados al tabaco, y en ninguna parte se menciona que ellos no recordaran lo que habían hecho durante sus desplazamientos astrales, sino que por el contrario, los testimonios indican que ellos dominaban grandemente el viaje astral.
 
 
 
 
 
 
 
 
CONCLUSIÓN
 
Y este es un ejemplo más del profundo charlatanismo que tuvo Max Heindel, quien no solo tuvo el descaro de pretender que sus plagios eran una enseñanza rosacruz, sino que además él inventó todas estas historias para impresionar aún más a sus seguidores.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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